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“El Castillo de las Damas”
El Castillo de Chenonceau fue el único que visitamos en el Valle del Loira. Teníamos claro que queríamos conocer alguno, pero no nos daba tiempo a mucho más durante aquel viaje de Interrail de Abril de 2005. Así es que, en la oficina de turismo de Tours, nos informamos y nos dijeron que éste era uno de los más bonitos.
Aquel día nos levantamos temprano. Cogimos el tren desde Tours para llegar, se tarda unos 50 min. Todavía a día de hoy recordamos la llegada a Chenonceau…la majestuosidad y grandeza del entorno. ¡Espectacular!. No paramos de hacer fotos. En aquella época además no habíamos visto todavía monumentos de este tipo. Localizado sobre el río Cher, nos pareció el típico castillo de cuento de princesas y hadas.
Desde su delicada silueta inmaculada hasta su decoración interior, Chenonceau encarna toda la gracia femenina. De hecho, se le conoce como “El Castillo de las Damas” por las diferentes mujeres a las que conquistó. Esta obra maestra renacentista, con sus colecciones de arte de valor incalculable, sus estancias perfectamente conservadas y sus floridos jardines, os hará viajar en el tiempo, sintiendo que os encontráis en un entorno mágico.
El exterior
El Castillo de Chenonceau, obra maestra del Renacimiento, fascina por la deslumbrante blancura de sus paredes y las sensuales curvas de sus torrecillas. Se caracteriza por un estilo elegante y femenino que revela la influencia de las grandes damas de la historia en su arquitectura.
El torreón y el pozo son los únicos vestigios de sus orígenes medievales, que fueron destruidos durante el s. XVI por Thomas Bohier, entonces secretario general de finanzas del rey Francisco I. Bohier colocó las primeras piedras del actual edificio sobre los pilares de un antiguo molino fortificado elevando el castillo sobre el río.
El cuerpo principal, cuadrado, tiene algo de particular para la época: las estancias están dispuestas a ambos lados de un vestíbulo central, comunicadas por una escalera recta directamente inspirada de los palacios venecianos. La originalidad de esta disposición encuentra continuidad en la galería de dos plantas que Catalina de Medici mandó construir sobre el puente que franquea el río Cher.
El interior
Los interiores del Castillo de Chenonceau se caracterizan por la fastuosidad de la época y, de una estancia a otra, asombran con la riqueza de su mobiliario y sus decoraciones.
Las salas están tan bien arregladas que, a veces, parece que el tiempo se hubiera detenido. El dormitorio de Luisa de Lorena llama especialmente la atención: la decoración sepulcral se debe al duelo de la mujer de Enrique III, que vivió aquí sus últimos años, retirada en esta estancia de negras paredes y repleta de atributos mortuorios.
Al recorrer la majestuosa Galería de Medici no cuesta imaginarse el vuelo de los vestidos arremolinándose en el suelo de cuadros bicolores durante las grandes fiestas de la corte.
Las cocinas, instaladas en los pilares del puente, presentan un gran realismo…uno casi puede sentir el olor de las marmitas inundándolo todo: el comedor, la carnicería, la despensa y la cocina, donde encontraremos muchos objetos de época. La puesta en escena de cada una de estas estancias es uno de los puntos fuertes de la visita. Todo en el castillo y sus dominios cultiva el arte del detalle y del refinamiento.
Los parques y jardines
El parque y sus jardines están perfectamente diseñados: el laberinto circular, los rosales trepadores del Jardín de Diana de Poitiers o los parterres de flores del Jardín de Catalina de Medici son una muestra de la tradición jardinista francesa.
Los caminos de naranjos, los arbustos y la infinidad de flores invitan a deambular, especialmente de noche cuando se organizan paseos al ritmo de una música suave. Junto a estos fantásticos jardines, se puede visitar una colección de carruajes de finales del s. XVIII y principios del s. XIX en la “Galerie des Attelages”. Por su parte la “Galerie des Dômes” conserva los recuerdos del Hospital Militar instalado en Chenonceau durante la Primera Guerra Mundial.